Es frecuente escuchar que la educación de hoy se encuentra en crisis, que la escuela no ha cumplido de manera cabal con lo que de ella se esperaba, y por consecuencia, los profesores distamos en mucho del perfil que se requiere para que los estudiantes logren aprendizajes significativos. Lo anterior se refleja en el mundo de lo laboral, lo social y, desde luego, en lo personal. Cuando los estudiantes egresan de las instituciones educativas, no transfieren sus aprendizajes a los contextos en los que se desenvuelven porque los primeros resultan, la mayoría de las veces, desarticulados, insuficientes y muchas veces no pertinentes. Así, la escuela no prepara para la vida, ni la vida está presente en la escuela.
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