Septiembre está a la vuelta del camino, un mínimo paso del calendario. En septiembre, 30 de septiembre de 1955, ¡treinta años ya, Señor!, a eso de las seis menos cuarto de la tarde, en California, que es tierra de sol y de quimeras, en el cruce de las carreteras 466 y 41, James Dean moría, como del rayo.
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