Este artículo realiza una crítica al modelo lineal de la concepción de la ciencia justificado desde una perspectiva económica. Contra la idea de que el conocimiento científico es un proceso neutro, objetivo y productor de un saber universal, se defiende que el mercado influye en la producción del mismo en favor de sus normas, sentido e intereses. Para justificar esta influencia se aborda el tema desde dos perspectivas. La primera consiste en crear una analogía entre el homo economicus y el científico como ser racional para explicar por qué estas visiones no tienen un alcance amplio del comportamiento humano y se basan en una visión simplificada del mismo. La segunda vincula las innovaciones tecnológicas con la investigación científica y la relación de ambas, a su vez, con los factores económicos
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