La desregulación del mercado eléctrico emprendida por la Comisión Europea se traduce desde hace algún tiempo en facturas elevadas para los consumidores. Entre las modalidades de cálculo del precio de la energía y las disposiciones contractuales restrictivas que han hecho posible los llamados contadores “inteligentes”, el consumidor se ha convertido en el pelele de una liberalización en la que Bruselas tiene previsto insistir.
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