La expulsión de los jesuitas potenció los enfrentamientos de la elite cordobesa que se disputó el valioso patrimonio material de Orden: seis extensas haciendas con ganados diversos, producción agrícola, obrajes textiles y talleres varios. Los casi 2.000 esclavos de los establecimientos fueron vendidos a los vecinos por la Junta Municipal de temporalidades antes que las tierras. Especialmente jóvenes y niños fueron rematados sin sus familias, pese a la reglamentación existente, dejando a las haciendas con un mínimo de trabajadores antes de su venta.
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