En la historia del socialismo francés existe una corriente subterránea, herética, marginada y rechazada. Constituye una sensibilidad invisibilizada entre las tendencias que han dominado en la izquierda desde finales del siglo XIX hasta hoy: tendencias representadas por las parejas rivales y complementarias de Jaurès y Guesde, Blum y Cachin, Mollet y Thorez, Mitterrand y Marchais. Si contemplamos la historia del socialismo desde el punto de vista de la ruptura entre una primera y una segunda izquierda –una centralista, estatalista, anticapitalista, y otra más social, reformadora, democrática–, se trataría de una tercera izquierda, mucho más radical, que desde siempre ha quedado fuera del juego político, parlamentario y ministerial.
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