Desde la segunda revolución industrial, cuando se generalizó el uso de la energía eléctrica como palanca para la producción en masa, las redes eléctricas no han parado de crecer. Este crecimiento ha estado planificado en función de una demanda determinística en la que los grandes centros de consumo dictaban las necesidades mientras que los consumos domésticos , debido a su baja electrificación, eran poco relevantes en la planificación energética global, basada fundamentalmente en grandes centros e producción cercanos y orientados a los grandes consumos.
En el último tercio del siglo XX , coincidiendo con el gran avance científico proporcionado por la tercera revolución industrial, la mejora en la renta familiar permite......
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