El neumomediastino espontáneo es una rara entidad definida como la presencia de aire en el mediastino de causa no yatrógena ni traumática. Suele afectar a pacientes en edad pediátrica, generalmente asociado a la crisis asmática. Otros desencadenantes son el Valsalva, ejercicio intenso, vómitos, cetoacidosis diabética o consumo de drogas. Clínicamente es típica la asociación de dolor torácico y disnea y generalmente se trata de un proceso benigno que se resuelve con tratamiento conservador. Sin embargo, su presentación clínica suele resultar más confusa en pacientes adolescentes y adultos, donde en ocasiones es indistinguible de la ruptura espontánea del esófago (Síndrome de Boerhaave), siendo fundamental un correcto diagnóstico diferencial entre ambas entidades dadas las diferentes implicaciones terapéuticas y pronósticas, como en el caso que presentamos. La presentación clínica puede ser idéntica. No obstante, los pacientes con perforación esofágica tienden a la sepsis progresiva, con mortalidades elevadas si el diagnóstico se retrasa. En nuestro caso el aspecto del paciente, la leucocitosis, el dolor abdominal y la historia compatible nos hizo plantearnos esa posibilidad. Siempre que exista la sospecha de perforación esofágica está indicado practicar más pruebas diagnósticas, de las cuales la TAC con contraste oral hidrosoluble es de elección, pues permite valorar el estado de la pared esofágica y la presencia de colecciones líquidas asociadas.
Spontaneous pneumomediastinum is a rare entity which is defined as the presence of air in the mediastinum not caused by trauma or secondary to any medical procedure. It usually affects patients in the pediatric age, most frequently in the context of an asthma exacerbation. Other triggers are Valsalva maneuvers, intense exercise, vomiting, diabetic ketoacidosis and drug use. It is usually presented as an association of chest pain and dyspnea and it is generally a benign process that resolves with conservative treatment. However, clinical presentation is more confusing in adolescents and adult patients, where it is sometimes indistinguishable from spontaneous rupture of the esophagus (Boerhaave syndrome). A correct differential diagnosis between these two entities is essential, given the different therapeutic and prognostic implications, as in the case we present. Clinical presentation may be identical. However, patients with esophageal perforation tend to progressive sepsis with high mortality rates if diagnosis is delayed. In our case, the patient’s appearance, leukocytosis, abdominal pain and a compatible history supported this possibility. It is mandatory to practice more diagnostic tests whenever rupture of the esophagus is suspected. The practice of a CT exploration after the oral administration of water-soluble contrast may be the best choice because it allows to assess the esophageal wall and the presence of associated fluid collections.
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