Hace casi seis meses, su gesto de dolor infinito, su brazo destrozado y su cuerpo, ensangrentado por una bomba terrorista que no logró desactivar y que mató a su compañero, tiñeron de tragedia el día en que España celebraba su entrada en el Mercado Común. Hoy, después de una larga pesadilla y ocho operaciones, Gerardo Puente se enfrenta a unos recuerdos que no paran de doler y a un futuro incierto.
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