Resumen de El cambio climático: ¿Un cuento chino con final feliz?
Mientras Trump ve en la lucha contra el cambio climático al enemigo de la prosperidad americana, el presidente Xi ha sabido reconocer en ella una oportunidad para cumplir su famoso “sueño chino” de renacimiento como gran nación.
Durante las últimas tres décadas, China, al igual que Trump pretende hacer ahora, ha gobernado el país como si fuera una gran empresa, cegada por el desarrollo industrial y la prosperidad económica.
Los costes de la contaminación atmosférica, derivados del impacto en la salud y de la pérdida de productividad laboral, supusieron un 6,5% anual del PIB chino entre los años 2000 y 2010.
En 2015, las inversiones en tecnologías limpias de energía eólica, solar, biomasa y geotérmica por parte de la República Popular ya superaban la suma de las inversiones de EEUU, Reino Unido y Francia combinadas.
Pero, a pesar de las megalómanas inversiones que la República Popular ha realizado en nuevas energías durante los últimos años, la energía solar y eólica todavía no supera el 1 y el 4% respectivamente en el mix energético.
Según algunos expertos, la alta dependencia china del carbón prevalecerá durante décadas. Eso significa que China podría emitir de forma desenfrenada hasta el año 2030 e incluso mantener las emisiones a (muy) altos niveles después de esa fecha.
