Resoluto y desparpajado el hablar. Entre caprichoso y castizo. Rotundo el mentón y azul-risueña la mirada. Tiene Ramón Tamames una inteligencia soberana, pero mal amueblada. Quiero decir que le faltan y le sobran piezas. Su cerebro se me antoja, a veces, una computadora electrónica de datos económicos; y, a veces, un desván de antiguallas y fetiches que otro tiempo fueron "progres". Se le ha pasado ya la muchachada aquella que estalló en los años cincuenta. Pero le quedan el brío y el impulso. Dice a menudo que la ideología es la organización y yo me pongo en guardia ¡faltaba más! Se equivocó de tren político en una ocasión: se subió al comunismo, buscando libertad...
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