Cabizbajo sobre un plato de pochas, un hombre joven, moreno y de manos grandes y gesto ceñudo, se violentó vivamente en el momento de nuestra entrada en el comedor de refugiados. Con grandes ademanes e indisimulado enfado, el exiliado camerunés reivindicaba su derecho a no ser enfocado por la cámara y nos explicaba que él era un ciudadano perseguido, que sólo quería el anonimato en el país que le había acogido.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados