José María Pardo de Santayana y Gómez de Olea
La Estrategia de Seguridad Nacional de los EE. UU. afirma que «nos encontramos en medio de una competición estratégica para configurar el futuro del orden internacional» y propone al mundo una gran coalición en torno a sus valores para cerrar filas contra las potencias autoritarias.
De momento, la respuesta no es la esperada. Únicamente los aliados más estrechos de Washington, que solo representan un sexto de la población mundial, se han sumado. El Sur global, más de la mitad de los habitantes del planeta, lo entiende contrario a sus intereses y no acepta que un Occidente de poder menguante siga definiendo lo que debe hacer y cómo debe pensar.
En el mismo EE. UU. existe un gran debate sobre los peligros y consecuencias de esta apuesta estratégica y muchas figuras relevantes propugnan como alternativa algún tipo de orden internacional de coexistencia.
Al convocar una cruzada democrática en nombre de sus propios valores se reducen mucho las posibilidades de entendimiento, lo que puede resultar contraproducente y favorecer a las potencias revisionistas. La reciente cumbre de los BRICS parece confirmar esta tendencia. Por otra parte, resulta contradictorio, al estar la gran potencia norteamericana profundamente dividida precisamente por una cuestión de valores.
The US National Security Strategy states that "we are in the midst of a strategic competition to shape the future of the international order" and proposes to the world a grand coalition around its values to close ranks against authoritarian powers.
So far, the response has not been as expected. Only Washington's closest allies, who represent only one-sixth of the world's population, have joined in. The global South, more than half of the world's population, sees this as contrary to its interests and is unwilling to let a declining West continue to define what it should do and how it should think.
In the U.S. itself, there is much debate about the dangers and consequences of this strategy and many leading figures advocate some kind of alternative coexistence international system.
By calling for a democratic crusade in the name of its own values, the possibilities of understanding are greatly reduced, which could be counterproductive and favor the revisionist powers. The recent BRICS summit seems to confirm this trend. On the other hand, it is contradictory, since the U.S. is deeply divided precisely because of a question of values.
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