Estimado alto comisionado:
Esta será mi última comunicación con usted como director de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Nueva York.
Le escribo en un momento de gran angustia para el mundo, y también para muchos de nuestros colegas. Una vez más estamos viendo cómo se desarrolla un genocidio ante nuestros ojos, y la Organización para la que trabajamos parece incapaz de detenerlo. Para alguien como yo, que ha investigado los derechos humanos en Palestina desde la década de 1980, que vivió en Gaza como asesor de derechos humanos de la ONU en la década de 1990, y que ha llevado a cabo varias misiones de derechos humanos en el país antes y después, este asunto es profundamente personal.
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