Frente a la lógica de mercado, en la que todo tiene un precio y donde el mérito precede a la recompensa, la lógica cristiana nos invita a partir de la gratuidad. El Dios cristiano nos crea, se nos da y nos elige gratuitamente. Acoger ese don, esa gracia, nos debe llevar en primer lugar al agradecimiento y en segundo lugar a la donación gratuita de nosotros mismos. El misterio que celebramos en Navidad nos puede ayudar a profundizar espiritualmente en estas cuestiones.
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