El siglo XXI está constituyendo un auténtico reto para los economistas. Hemos visto condicionada nuestra profesión ante la concatenación de perturbaciones y crisis que han provocado un entorno de máxima inestabilidad, incertidumbre y volatilidad. A ello se une el origen extraeconómico de algunas de estas perturbaciones, como la pandemia o la invasión rusa de Ucrania, que nos está obligando a adentrarnos en ámbitos no muy conocidos para muchos de nosotros. En este contexto, los economistas en el siglo XXI hemos tenido que reinventarnos y evolucionar en paralelo con la sociedad, aunando inconformismo para desarrollar un aprendizaje y adaptación continuos, y humildad para asumir los errores cometidos en nuestros análisis y previsiones. Mis más de treinta años de carrera profesional en el ámbito público en puestos de responsabilidad en la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE), la Secretaría General de Financiación Autonómica y Local (SGFAL) y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) me han enseñado la importancia de estas cualidades. Y en particular, mi actual puesto como presidenta de la AIReF ha sido especialmente enriquecedor en un contexto nada fácil de suspensión de reglas fiscales, tras una pandemia y una crisis de precios por la invasión rusa de Ucrania. En estos años la AIReF ha demostrado su capacidad de adaptación y se ha ido consolidando como una institución útil y como referente en materia de política fiscal, tanto para sus gestores como para el conjunto de la sociedad. Estas últimas décadas han supuesto un reto, pero también una oportunidad para los economistas. Toca reinventarse y no tener miedo a equivocarse si partimos de análisis transparentes y honestos.
The 21st century is proving to be a real challenge for economists. Our profession has been conditioned by a series of shocks and crises that have created an environment of maximum instability, uncertainty and volatility. Added to this is the extra-economic origin of some of these shocks, such as the pandemic or the Russian invasion of Ukraine, which is forcing us into areas that are unfamiliar to many of us. In this context, economists in the 21st century have had to reinvent ourselves and evolve in parallel with society, combining non-conformism to develop continuous learning and adaptation, and humility to accept the mistakes made in our analyses and forecasts.
My more than 30 years of professional career in the public sector in positions of responsibility in the General Comptroller of the State Administration (IGAE), the General Secretariat for Regional and Local Funding (SGFAL) and the Independent Authority for Fiscal Responsibility (AIReF) have taught me the importance of these qualities. And in particular, my current position as president of AIReF has been particularly enriching in a far from easy context of suspension of fiscal rules, following a pandemic and a price crisis due to the Russian invasion of Ukraine. Over these years AIReF has demonstrated its ability to adapt and has consolidated its position as a useful institution and a benchmark in fiscal policy, both for its managers and for society as a whole. These past decades have been a challenge but also an opportunity for economists. It is time to reinvent ourselves and not to be afraid of making mistakes if we start from transparent and honest analyses.
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