Madrid, España
Desde fines del verano de 1930, bastantes oficiales y algunos jefes del Ejército comenzaron a afiliarse de forma secreta a los partidos republicanos firmantes del Pacto de San Sebastián [N. del E.: al que se afiliaron casi todos los partidos republicanos y cuyo objetivo era poner fin a la Monarquía y proclamar la Segunda República]. Las relaciones del Comité Revolucionario Nacional (CRN) [N. del E.: el órgano que debía dirigir la acción en diciembre de 1930] con los militares se canalizaron a través de una organización clandestina cuyo origen se remonta a los núcleos de oficiales de simpatías izquierdistas (Alejandro Sancho, Enrique Pérez Farrás, Eduardo de Medrano Rivas y Juan Ayza en Barcelona; Jesús Pérez Salas y Felipe Díaz Sandino en Lérida; Ramón Franco Bahamonde en Madrid o Fermín Galán Rodríguez en Jaca) que, en los prolegómenos de la conspiración de la Sanjuanada (junio de 1926), pasaron a nutrir una plataforma unitaria de derribo de la Dictadura donde participaban desde militares deslumbrados con la Revolución rusa y el anarcosindicalismo, como Galán o Sancho, hasta los simpatizantes del constitucionalismo, simples “monárquicos sin rey” partidarios de la apertura de un periodo constituyente.
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