Entre tantas malas noticias, la victoria en la Copa del Mundo de Qatar, en 2022, parece haber sido lo único digno de celebración en la Argentina pospandémica. Que las únicas alegrías comunitarias sean futbolísticas no permite un gran optimismo. Pero, al menos, habilita algún estallido de felicidad. ¿Una mera felicidad compensatoria?
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