Pamplona, España
Tomás de Aquino sostiene que el contenido actual de nuestro pensamiento no es directamente accesible por parte de ninguna criatura y que el libre albedrío no puede ser suplantado. Estas tesis se apoyan en la condición espiritual de la inteligencia y la voluntad, que las hace directamente inmunes a toda intervención sobre nuestro cuerpo. Por otra parte, este autor reserva un puesto especial a la voluntad como custodia de la intimidad, que impide aceptar una transparencia tal que haga superflua la decisión libre de comunicarnos con otros seres personales, y como dominio inalienable sobre la acción mediante la cual nos dirigimos por nosotros mismos al bien. En esto se distancia de las concepciones reduccionistas, que, o bien niegan la existencia de la libertad, lo que pone en cuestión cualquier intento de protegerle un ámbito para que se exprese, o bien se encuentran con la dificultad de explicar el significado de los derechos que se reclaman para ella y más aún de justificarlos. De todos modos, Tomás de Aquino acepta la posibilidad de acceder indirectamente a nuestra mente a través del conocimiento de los estados del cerebro y también la de influenciar nuestra voluntad a través de las pasiones, mediante la modificación de nuestro organismo. La existencia de un reducto inatacable que garantiza nuestra intimidad y nuestra libertad legitima nuestro derecho a ser respetados, pero no convierte en superflua su protección.
Thomas Aquinas holds that the actual content of our thought is not accessible for any creature, and that free will cannot be superseded. These theses are founded on the spiritual condition of our intelligence and will, which makes them directly invulnerable to any intervention on our body. On the other hand, he enthrones the will as the keeper of interiority: it precludes a full transparency that would make our free decision to communicate superfluous, and it exert an inalienable control over the action through which we direct ourselves to the good. In this sense, Aquinas departs from reductionist accounts, which either refuse the existence of free will, suppressing the reason to protect its expression, or face the difficulty of explaining the meaning and justification of the rights that are claimed for free will. However, Thomas Aquinas admits the possibility of indirectly accessing our minds through the knowledge of brain states and of influencing our will through passions by means of alterations of our organisms. Although this possibility was not within the reach of the human being in his time, he considered it was within the reach of separated substances. The consideration of the limits of their perspicacity and control sheds light on the possibilities that neurotechnology can allow in the future. The existence of an unassailable stronghold that guarantees our interiority and free will legitimates our right to be respected but does not make their protection superfluous.
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