Barcelona, España
Este artículo tiene como objetivo analizar las redes de colaboración y la gestión que el franciscano español Antonio de Santa María Caballero (1602-1669) hizo de la misión franciscana en China durante los más de veinte años que pasó en este país, así como también la mediación que realizó para la corona española durante los viajes que le llevaron primero a Manila y luego a Macao. A partir de la correspondencia de este religioso, una parte de la cual ha sido publicada en la Sinica Franciscana, así como de las relaciones y otros documentos inéditos conservados en distintos archivos, se reconstruirán las redes y fidelidades de Santa María en China —fundamentalmente con dominicos, chinos y jesuitas—, atendiendo a los dos períodos en los que realizó su labor misional allí, 1633-1636 y 1649-1669. El estudio de este franciscano, nombrado en 1643 prefecto apostólico de la seráfica orden en China por el Papa, permite analizar las primeras reacciones ante los métodos de evangelización empleados por los jesuitas en China y, a la vez, reconstruir el proyecto que como prefecto apuntó ante las autoridades religiosas en Roma y Manila para que la misión franciscana en China siguiera adelante.
This article aims to analyze the collaboration networks and the management that the Spanish Franciscan Antonio de Santa María Caballero (1602-1669) made of the Franciscan mission in China during the more than twenty years he spent in this country, also the mediation that he carried out for the Spanish crown during the trips that took him first to Manila and then to Macao. Through the correspondence of this religious partially published in the Sinica Franciscana, as well as from the reports and other unpublished documents preserved in different archives, this article will recuperate the networks and faithfulness of Santa María in China —fundamentally with Dominicans, Chinese and Jesuits—, attending to the two periods in which he carried out his missionary work there, 1633-1636 and 1649-1669. The study of this Franciscan, named Apostolic Prefect of the seraphic order in China by the Pope in 1643, allows us to analyze the first reactions to the methods of evangelization used by the Jesuits in China and, at the same time, to reconstruct the project that as Prefect he pointed out before the religious authorities in Rome and Manila so that the Franciscan mission in China could continue.
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