Por primera vez en un año y medio que llevo viviendo en Ereván, esta semana alguien en la capital de Armenia se ha negado a hablarme en ruso. Me encontraba junto a la Embajada rusa observando la manifestación que trataba de bloquear el acceso. Era el 19 se septiembre, el día en que las fuerzas azeríes bombardearon Stepanakert, la capital de Nagorno-Karabaj, el enclavearmenio que la comunidad internacional considera territorio de Azerbaiyán. Se suponía que las tropas rusas de mantenimiento de la paz debían garantizar la seguridad de Stepanakert, según un acuerdo suscrito con mediación de Rusia tras la ofensiva azerí de 2020 contra la región.
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