Ante el avance del Estado boliviano y los colonos en la frontera sudoriental durante el siglo XIX, los chiriguanos se resguardaron en misiones, fueron absorbidos por las haciendas, emigraron a Argentina o mantuvieron su autonomía. Este artículo examina las diversas vías por las que las comunidades chiriguanas pudieron conservar sus tierras: aliándose con funcionarios locales, contratando abogados para defender sus reivindicaciones o forjando alianzas y lazos de parentesco con poderosos terratenientes a los que proporcionaban hijas caciques. Así pues, las relaciones entre colonos y «salvajes» eran mucho más complejas de lo que sugiere el paradigma fronterizo de «civilización» frente a «barbarie».
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