Hace unos días concluyó la COP28 en Dubái, una cumbre más en la que los exiguos avances siguen lejos de hacer frente a la auténtica emergencia climática que vivimos. Aunque por fin, tras 28 años de negociaciones, se reconoce la necesidad de deshacernos de los combustibles fósiles, el resultado no deja de ser amargo, especialmente por la inclusión de falsas soluciones como la energía nuclear, la captura de carbono o la inclusión del gas como combustible alternativo, todas estas tecnologías demasiado caras y peligrosas.
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