La autora invita a enfrentar el miedo para ser autenticas/os “artesanas/os del cuidado”. Esto se logra saliendo y escuchando, a fin de con-dolernos del otro y conmovernos de su dolor. En otras palabras, necesitamos que el grito de Dios nos sacuda. La reflexión tiene tres partes: Una vida comunitaria oxigenada, ¿Qué asfixia la comunidad? y ¿Qué oxigena la comunidad? Siempre con el propósito de cuidar la dimensión relacional, e invitando a abrir las ventanas, a llenar de oxígeno a nuestras comunidades, de la “neuma” del Espíritu.
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