Como jurista, apelo a la seguridad jurídica y a la producción normativa de calidad ya que una excesiva regulación laboral o una normativa compleja en su interpretación puede retrasar decisiones de inversión. Como laboralista, apelo al diálogo social, donde cuestiones como la posible reducción de la jornada podría aterrizarse adecuadamente en el contexto de cada sector.
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