Rara vez se alcanza un comportamiento unánime en todos los grupos de la oposición. Ésta vez, sí. Quedó patente el miércoles pasado. Desde Fraga a Francesc Vicens -con las referencias intermedias de los demás líderes parlamentarios- se ha extendido la hostilidad declarada hacia Televisión y su peculiar manera de entender el pluralismo. El abuso televisivo por parte del poder político durante la campaña de referéndum ha desembocado, finalmente, en la generalizada impresión de que no será posible celebrar elecciones libres mientras no se garantice la imparcialidad informativa, de la televisión pública.
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