Casi once años después de la presentación de la primera Propuesta para la creación de un impuesto sobre las emisiones de CO2 y la energía, en octubre de 2003 se publicaba la "Directiva por la que se reestructura el régimen comunitario de imposición de los productos energéticos y de la electricidad". Este trabajo trata de resaltar los puntos más sobresalientes de esta Directiva y destacar que, si bien supone una armonización "de mínimos", haber concitado, en una materia tan sensible, la conformidad de todos los Estados miembros (sin excepción, debido a la regla de unanimidad vigente en fiscalidad), constituye un mérito significativo.
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