Este artículo describe cómo lo afectivo atraviesa y compone los procesos urbanos más allá de la organización jerárquica de sus agentes (bottom-up y top down). Pero ninguna de ellas, ni sus mez-clas, son suficientes para favorecer una tendencia que, debido a los wicked problems, inevitablemente sea afectiva con las personas, otros seres y el planeta. A partir del texto de Rittel y Webber (1973) sobre la dificultad del urbanismo para resolver los problemas so-ciales y su lectura por parte de Law (2015), de convertir los wicked problems en bening problems, podemos observar cómo la natura-leza de los problemas sociales urbanos es afectiva. El artículo propone una vía en donde el urbanismo es capaz de romper las dualidades bottom-up y top-down a partir de los atri-butos que lo moldean. Porque son los afectos los que atraviesan todos los cuerpos humanos y más que humanos. Si las ciudades son máquinas de urbanizar, y prolongan sus redes heterogéneas más allá de sus territorios, necesitamos confrontar el movimiento de los afectos para que el urbanismo sea una herramienta de coe-xistencia en un planeta ya herido.
In this article, we explore how the affects influence and shape urban processes, transcending the hierarchical organization of its agents (bottom-up & top-down). However, neither of these approaches, nor their combinations, proves adequate to promote a trend that, due to wicked problems, inherently involves an affective connec-tion with individuals, other entities, and the planet. Building on Rittel and Webber's text (1973) addressing the challenges of urban plan-ning in solving social problems, and Law's interpretation (2015) that turns wicked problems into benign problems, we can observe how the nature of urban social problems is inherently affective. We propose a path where urbanism can disrupt the bottom-up and top-down dualities based on the attributes that shape it, as it is the affects that permeate all human and more-than-human bodies. If cities are machines of urbanization, extending their heterogeneous networks beyond their territories, we need to address the move-ment of affects so that urbanism becomes a tool for coexistence on an already wounded planet
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