Está agazapado, sonriente, refugiado en el terciopelo rojo del sillón del teatro. A sus 83 años estrena una obra. No es que sea nuevo, no, ni en esta plaza ni en ninguna otra. Humorista, escritor de teatro, guionista de cine. Académico, cuenta estrenos por éxitos y tiene en su haber una docena de premios. Pero La puerta del ángel no se había representado hasta ahora. Y el autor tiene algo de la inquietud de un novel. Su sonrisa es un escudo contra una cierta timidez - o temor- de neófito.
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