Dieciséis millones de toneladas de tierra y barro en movimiento amenazan con destruir el pueblo granadino de Olivares, y hasta toda su comarca, si los técnicos y las máquinas no logran impedir su lento pero inexorable avance ladera abajo. Ochenta familias tuvieron que ser evacuadas mientras decenas de camiones y retroexcavadoras luchan por evitar la catástrofe. Un pulso desigual con las fuerzas de la naturaleza, cuyo coste en trabajos y materiales puede sobrepasar los mil millones de pesetas.
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