Lola Esteva de Llobet, María Teresa Pi Ordóñez
En el siglo XX se han desarrollado una multiplicidad de teorías que sustentan diferentes modelos psicoterapéuticos, partiendo del psicoanálisis (finales del XIX), el psicodrama y posteriormente el conductismo, han ido surgiendo otras corrientes terapéuticas. Algunas se basan en la palabra, otras en la acción, en la expresión gráfica, el movimiento, la consciencia corporal… y todas trabajan a partir de la relación con el terapeuta y, en las terapias grupales y familiares, con las personas que comparten el mismo espacio. La finalidad de todas ellas es el alivio del sufrimiento psíquico, sufrimiento que ha existido siempre y es de suponer que las personas que lo han padecido han debido buscar alivio de algún modo. Este artículo trata sobre este tema, sobre el tratamiento grupal e individual, sobre técnicas terapéuticas basadas en la relación en las que se utiliza la palabra, la acción, el agua, el arte…, incluso la farmacología. La literatura del siglo XVI nos describe diferentes métodos de tratamiento, todos ancestrales aunque nos recuerdan a las corrientes terapéuticas más actuales.
Jorge de Montemayor nos ofrece una muestra de ello en su obra La Diana, publicada en 1558. A lo largo del artículo y basándonos en lo que nos aporta esta obra, y otras de la misma época o anteriores, sobre el tratamiento de la melancolía y otros males del alma, se realizará un recorrido por las relaciones entre terapia y arte.
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