Ha llovido mucho desde entonces. La irrupción de la democracia supuso el advenimiento de una nueva clase política, cuajada de nombres que, con el tiempo, alcanzaron la celebridad. Diez años más tarde, centenares de aquellos retratos que invadieron los despachos oficiales están cubiertos de telarañas en el desván. Otros llevan el mismo camino. Las elecciones del 22 de junio supondrán la jubilación política de una veintena de ilustres padres de la patria.
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