La rubia triunfó, al final, sobre el cálido, menudo, poderoso y oscuro "chato" con el que, durante años, mantuvo un ajustado duelo en los mostradores de los bares de toda España. Se impusieron su ligereza, su espuma, su transparencia y su frescura. Como si hubiésemos querido entrar en Europa con una imagen más continental, los españoles hemos cambiado de costumbres y dado a la cerveza el título de bebida nacional.
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