Sabemos que los monstruos participan desde los orígenes de las cosmogonías. Son la encarnación del mal o el caos que amenaza constantemente el orden cósmico. Por ello el hombre se inventó historias para que en su transmisión operaran como talismanes o salvoconductos que libraran o educaran ante los peligros de la naturaleza y, ente lo femenino, en estrecha conjunción. En este sentido el hombre percibió desde antiguo la relación del astro nocturno con todo aquello que comporta ciclos y fluidez, aproximando la luna a lo femenino, a la pérdida, la transformación y lo mortuorio. Las figuras de las brujas, vampiros y sirenas configuran diferentes resoluciones de este mismo ancestral tabú. Pero la importancia de la sirena se manifiesta en la pervivencia y modulaciones adquiridas en diferentes culturas y tiempos y el modo cómo quedaron inscriptas en artefactos literarios y en la oralidad.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados