La economía argentina, recuperada totalmente de la crisis ocasionada por la devaluación mexicana de finales de 1994, cerraba el año 1997 con un crecimiento espectacular de su producto, debido a un fortísimo incremento de la inversión y al mantenimiento de la estabilidad de los precios y del tipo de cambio. La crisis asiática del último trimestre de 1997 no complicó en exceso la economía, pero sí recrudeció el problema de su déficit comercial creciente y amenaza con llevarlo a límites que los inversores podrían llegar a considerar como insostenibles. El temor del Fondo Monetario Internacional a que aquello pueda suceder, le movió a aconsejar medidas de enfriamiento económico que el gobierno difícilmente adoptará en un año políticamente muy complicado, y aunque toma algunas medidas en la dirección apuntada por el Fondo, también propone otras de cariz bien diferente. Mientras tanto, se hace evidente cada vez con mayor crudeza la necesidad de la economía argentina de eliminar su vulnerabilidad externa.
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