Una espigada figura se recorta en la puerta del hotel Intercontinental de Zagreb. Saluda al portero y después se dirige hacia nosotros. Desde sus 197 centímetros de altura. Drazen Petrovic, la gran estrella del baloncesto yugoslavo y mundial, último fichaje del Real Madrid, nos contempla sonriente. Son las 11 de la mañana. La capital croata es una sinfonía gris. El sol parece negarse a prestar a nuestras fotos su insustituible luminotecnia. Todos los presentes observan con curiosidad al gigante que acaba de entrar enfundado en unos viejos pantalones vaqueros y una cazadora clara abrochada hasta el cuello...
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