Uno de los factores que permiten argumentar sobre un progresivo desarrollo moral de la humanidad, a lo largo de la historia, se encuentra en el esfuerzo por limitar la violencia a la que los seres humanos han recurrido permanentemente para resolver los conflictos que surgen tanto en el interior de colectivos humanos como entre grupos sociales organizados. Violencia que cuando llega al extremo de emplear la fuerza letal y se desarrolla por grupos organizados numerosos, llamamos, de forma habitual y tradicional, guerra.
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