Martin Heidegger se hizo célebre por la voluntad de repetir la pregunta por el ser. Este trámite está basado en el postulado de que el griego sólo es el logos. Es por eso que se esfuerza tercamente en regresar a este idioma madre para resucitar la experiencia original y casi mística de una identidad entre las palabras y las cosas. Pero la idea subyacente es también que el alemán sería el único idioma moderno capaz de traducir el griego antiguo respetando a su fuerza ontológica, o de reintegrar el significado del ser. No podemos dejar de relacionar este “exclusivismo traductológico”, esta supremacía filosófica del idioma germánico, con el proceso entablado al pensamiento heideggeriano. En este artículo, me pregunto si este proceso es típico del pensamiento nazi, de la ideología völkisch o si está relacionado con un nacionalismo mucho más antiguo.
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