En Vida animal, Valeria de los Ríos propone difuminar los trazos que delimitan las ficciones y convenciones en torno a lo humano y lo animal. Este proceso se lleva a cabo a través de dos movimientos: primero, a partir de un laborioso comentario acerca del problema de lo animal en la tradición del pensamiento occidental y, segundo, por medio de un rastreo de las figuraciones no humanas en distintos medios de representación. Este procedimiento que desmonta dicotomías y oposiciones contribuye a una cierta “destitución subjetiva” de las identidades que se representan a sí mismas desde una “diferencia antropológica” o un “excepcionalísimo humano” (9). De este modo, el libro de la autora marca una interrogación que surge del cruce entre lo sensible y lo político.
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