La muerte del rey Pedro el Católico en la batalla de Muret dejó la corona de Aragón vencida, hipotecada y desprestigiada en manos de un niño de cinco años. Al pequeño Jaime I, sometido a las incesantes luchas de bandos de la nobleza, le costó casi tres lustros superar las consecuencias del desastre de 1213. Cuando la situación quedó estabilizada en 1227, la idea de conquistar las islas Baleares se puso sobre la mesa.
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