En la década de 1260, en el contexto de la primera gran rebelión islámica contra el enorme avance territorial de los reyes castellanos producido tras la batalla de las Navas de Tolosa, Jaime I –incluso con la férrea oposición de la aristocracia aragonesa– decidió socorrer a Alfonso X el Sabio con una gran expedición militar que retornó el dominio cristiano al reino de Murcia en favor de Castilla. Su actuación sería decisiva para el futuro de la región.
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