Realizar una introducción al pensamiento de Ludwig Wittgenstein no es una tarea que pueda llevarse a cabo sin difi cultades ni confrontaciones. No solo se trata del hecho de que la letra de Wittgenstein sea, para utilizar la famosa metáfora con la que Kant se refi riera a la metafísica, un “campo de batalla”. La interpretación de la obra de cualquier pensador de su envergadura es siempre el lugar de confl ictos. Por lo demás, puede decirse que esos mismos confl ictos son aquello de lo cual se alimenta la fi losofía, especialmente en las latitudes colonizadas donde la producción de pensamiento parece reducirse a un pie de página de lo que se escribe en los mal llamados “países centrales”. Por ello no resulta poco relevante señalar que la colección “Pensamientos locales”, en la que se inserta el título Wittgenstein. La fi losofía como ética de Samuel Cabanchik, nos ofrece el interesante proyecto de editar introducciones de autores ya consagrados por la tradición fi losófi ca pero realizadas por fi lósofos nacionales y dirigidas a un público amplio. La matriz de escritura que la editorial Quadrata en conjunto con la Biblioteca Nacional nos propone retomar es la del ensayo. Esta forma de intervención en el campo intelectual tiene una larga historia en el pensamiento de nuestro continente y ha tenido siempre la virtud de asumir una actitud polémica. Así, la clave ensayística en la que Cabanchik compone su Wittgenstein se instala fuera del mero comentario y se apropia tanto de la coyuntura intelectual actual como del objetivo de atravesar la elucubración académica en dirección a la confl uencia de los saberes teóricos y, por decirlo de alguna manera, el suelo en que vivimos nuestra vida. Por lo tanto, antes de realizar nuestro comentario al texto de Cabanchik hemos de reconocer una colección atenta a nuestra coyuntura y una introducción/ensayo que interviene frontalmente en ella. Su importancia radica en que no solo nos permite sacudirnos el polvo de voces lejanas y vetustas que leen a los “grandes autores” antes que nosotros, sino que también constituye una ocasión para mirarnos entre nosotros y conocernos a través de los maestros que hemos elegido y de la forma en que (felizmente) hemos elegido traicionarlos.
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