Es imposible presentar en breves páginas una historia detallada del nacimiento, del desarrollo y del declinar de la concepción newtoniana del mundo. Es, además, imposible hacer una exposición relativamente completa de la obra realizada por Newton mismo.' Me veo obligado, por lo tanto, a limitarme a lo esencial y a presentar sólo las grandes líneas del tema. Además, al hacerlo, supondré un cierto número de conocimientos previos. Suposición justificada, creo yo, porque en realidad todos conocemos algo sobre Newton; y, más aún, sin duda, porque algo sabemos sobre alguno de los otros grandes sabios y filósofos cuyo esfuerzo común abarca el siglo XVII —el siglo de los genios como lo llamó Whitehead.
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