En los años recientes el concepto de la globalización ha migrado exitosamente de los medios masivos de comunicación a los ámbitos de la teoría social y de la filosofía política. Pero esta migración no solamente refleja los cambios en las realidades económicas, políticas y sociales sino se remite también a la necesidad de revisar nuestras herramientas teóricas. La propia teoría se convierte en el objetivo de esta interrogación. Es en este sentido que la teoría crítica recupera su vigencia. Su interés ha sido siempre el de la auto-crítica de la teoría. Pero esto también significa que la teoría crítica —que existe hoy en su tercera generación— debe criticarse a sí misma. Este artículo arguye que especialmente una teoría crítica de la globalización debe aprender sus errores. Debe aceptar más voluntariamente las consecuencias de la conciencia de contingencia y debe tratar de superar su eurocentrismo inherente.
In recent years the concept of globalization migrated successfully from the discourse of the mass media into the realm of social theory and political philosophy. But this migration does not only reflect real economic, political and social changes, it also expresses the need to revise our theoretical toolboxes. Theory itself becomes the target of this scrutiny. This is where critical theory comes into play. Its objective has always consisted in a self-critique of theory. But this also means that critical theory —which is today in its third generation— has to be critical towards itself. This article will argue that, in particular, a critical theory of globalization has to learn from its mistakes. It has to accept more willingly the consequences of the awareness of contingency and has to work on its inherent Eurocentrism.
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