Tras la derrota de Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial y la condena del Régimen franquista por la ONU el modelo político español cayó en desgracia entre los países democráticos. A partir de ese momento el turismo se convirtión en la única ventana abierta al mundo y en él empezaron a concentrarse todas las miradas: el sector turístico podía levantar nuestra economía a la vez que devolver a España su imagen de país poderoso forzando un reconocimiento político internacional cuya ausencia amenazaba la propia supervivencia del Régimen. A la Dirección General de Turismo se le asigna entonces la difícil tarea de nivelar la balanza de pagos internacionales, y de trocar en amistad las reservas, cuando no los odios, de ciertos países, especialmente de EE.UU. Durante esta etapa las visitas oficiales de destacadas personalidades del mundo de la política como Eva Perón o el Rey Abdullah de Jordania, así como de grupos de periodistas de diversas nacionalidades (norteamericanos, mejicanos, cubanos, etc) y responsables de compañías turísticas internacionales, pusieron de moda en España y estimularon el deseo de conocer la realidad de un país del que todo el mundo hablaba y acerca del cual existían referencias bastante contradictorias.
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