La “libertad” según la entiende el nuevo presidente argentino, Javier Milei, deleita al sector privado; menos a los votantes que creyeron en sus recetas para poner fin a la crisis. Estos descubren el significado de su promesa de “erradicar la casta”: servir a la oligarquía. La batalla entre la calle y el hombre de la motosierra no ha hecho más que empezar.
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