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Resumen de Las construcciones teóricas en torno a la subcultura criminal

Alejandra Apolo Salazar, Michelle Ortiz

  • español

    El artículo profundiza en el pensamiento criminológico sobre la subcultura criminal, explorando sus conceptos clave y las críticas a su consolidación teórica. La subcultura criminal, según Albert Cohen, Richard Cloward y Lloyd Ohlin, representa la cultura de un grupo perteneciente a una clase social inferior, donde los valores y las normas difieren de los establecidos convencionalmente por la sociedad. Esta perspectiva considera la subcultura como un conjunto de normas alternativas que desafían las normas regulares, destacando la discrepancia de este grupo frente a la cultura dominante.  Sin embargo, esta línea de pensamiento se centra en los individuos desfavorecidos expuestos a diversas formas de violencia y vulnerabilidad, sin abordar por qué quienes siguen la cultura dominante también se involucran en actividades delictivas. Este enfoque plantea la necesidad de comprender mejor las motivaciones y circunstancias que llevan a los distintos grupos sociales, tanto a los que se adhieren a la subcultura como a los que siguen la cultura dominante, a adoptar conductas delictivas.  En conclusión, el enfoque del etiquetado revolucionó la criminología al desplazar el foco de atención a las reacciones sociales ante lo que se etiqueta como desviado. Arraigado en el interaccionismo simbólico, que postula que la sociedad se forma a través de la interacción y el lenguaje, este enfoque cuestiona la idea de que la desviación causa el control social, argumentando que es al revés: el control social genera la desviación. La desviación se define como el incumplimiento de las normas sociales, y el control social son las reacciones de la sociedad ante la desviación.  No todo lo desviado es un delito, pero todo delito es una forma de desviación. La desviación surge de la creación de normas por parte de grupos sociales, a menudo en conflicto, que tratan de imponerlas en nombre del bien común. Profesionales como los fiscales o la policía aplican estas normas, a menudo etiquetando a los individuos como desviados mediante estereotipos. Estos individuos son tratados como desviados, siendo confinados en instituciones como prisiones o asilos, lo que repercute en su interacción social. Además, existe una exclusión social que limita la interacción con los considerados desviados. 

  • English

    The article delves into criminological thought regarding the criminal subculture, exploring its key concepts and criticisms of its theoretical consolidation. The criminal subculture, according to Albert Cohen, Richard Cloward, and Lloyd Ohlin, represents the culture of a group belonging to a lower social class, where values and norms differ from those conventionally established by society. This perspective views the subculture as a set of alternative norms that challenge regular norms, highlighting the discrepancy of this group against the dominant culture.  However, this line of thought focuses on disadvantaged individuals exposed to various forms of violence and vulnerabilities, without addressing why those who follow the dominant culture also engage in criminal activities. This approach raises the need to better understand the motivations and circumstances that lead different social groups, both those adhering to the subculture and those following the dominant culture, to engage in criminal behaviors.  In conclusion, the labeling approach revolutionized criminology by shifting the focus to social reactions to what is labeled as deviant. Rooted in symbolic interactionism, which posits that society is formed through interaction and language, this approach challenges the idea that deviance causes social control, arguing that it is the other way around: social control generates deviance. Deviation is defined as breaking social norms, and social control is the society's reactions to deviance.  Not everything deviant is a crime, but every crime is a form of deviation. Deviation arises from the creation of rules by social groups, often in conflict, seeking to impose these rules in the name of the common good. Professionals such as prosecutors or police apply these rules, often labeling individuals as deviants through stereotypes. These individuals are treated as deviants, being confined to institutions such as prisons or asylums, impacting their social interaction. Additionally, there is social exclusion that limits interaction with those considered deviant. 


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