El artículo expone que la tecnocracia, el presentismo y el momentismo están cambiando las condiciones experienciales y culturales desde la cuales es posible aplicar la razón histórica. El momentismo disuelve las historias en una red de experiencias que no pueden tener conexión entre ellas y por lo tanto toda la trayectoria vital se convierte en una artefacto subjetivamente construido. El momentismo no solamente hace perder el sentido histórico y de la propia historia biográfica, sino que intenta negar que el tiempo es un modo de relacionarnos con la eternidad. Eso convierte el tiempo en un absoluto y disuelve la condición relacional del ser humano. La pregunta de Ignacio de Loyola a dónde voy y a qué aparece como un interrogante de gran profundidad para recuperar el sentido de realidad histórica y descubrir que en el fondo vivir en el tiempo es una historia de amor.
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