Se analizan los planos de deslinde de pueblos de indios correspondientes a la gobernación de Chile, los que se confeccionaron en el siglo XVIII, y mayoritariamente, a partir de 1790. Se parte del reconocimiento de la diferencia entre territorio y mapa. Pensados específicamente como expresión de un archivo racializado, se evidencia el uso que tiene esta cartografía para impugnar o disminuir las tierras indígenas, constituyéndose en documentos del despojo a partir de la reiterada evocación de lo que se reconoce como el discurso de la extinción.
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