En las últimas décadas se ha producido un cambio muy importan te en relación con los factores generadores de beneficios en las empresas. Durante muchos años la economía se basó en la producción; bajo este paradigma los activos físicos constituyeron la principal fuente generadora de recursos. Actualmente, en cambio, estamos inmersos en una economía basada en el conocimiento, y ante esta nueva perspectiva, los activos intangibles cobran una inusitada relevancia en el proceso de creación de valor de las empresas. Mayor aún es el auge de los activos intangibles si se tiene en cuenta la revolución que se ha producido en materia de comunicaciones, lo que ha permitido a las empresas acceder a l extraordinario poder que representa tener a su alcance la información adecuada en el momento preciso. Esto ha creado un nuevo ámbito para el mundo de los negocios y como gran novedad, han aparecido las llamadas «empresas virtuales», en las cuales el activo «no se ve», pero las inversiones son grandes, y aun mayor es la posibilidad de generar recursos. En el marco de esta nueva visión de la economía ha cobrado importancia una nueva expresión: «el capital intelectual» y pareciera que se trata de un nuevo elemento que se presenta como u n desafío para la contabilidad tradicional. Ahora bien: ¿Se trata en realidad de un nuevo elemento que aparece en las empresas?, ¿por qué se afirma que es u n desafío para la contabilidad tradicional?
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